La medida coordinada tomada hoy por los bancos centrales es un paso muy positivo en pos de la estabilización de los mercados, pues es una clase de shock como el que estaba necesitando el mercado para romper la dinámica de crisis que se había intensificado en las últimas 2-3 semanas. Sin embargo, es a la vez la prueba más del fracaso de los políticos europeos en el manejo de crisis, lo que llevó incluso a especulaciones sobre una ruptura o disolución del euro. Más allá que una ruptura del euro se ha convertido recientemente en un escenario posible, es uno con una muy baja probabilidad de ocurrencia, pero por ser un escenario catastrófico requiere de debate y análisis. Estos debates y análisis explican parte de la caída de los mercados de las últimas semanas.

Los funcionarios europeos no pudieron convencer a los mercados que realmente entendieron cómo resolver la actual crisis. Si bien los recientes anuncios iban en la dirección correcta, tanto la magnitud como los detalles fueron insuficientes. A medida que iba quedando claro que la crisis europea estaba mal manejada, los políticos pasaron de ‘manejo de crisis’ a intentar resolver los problemas de fondo del euro (falta de una autoridad fiscal para la Unión), lo que es  loable pero que no resuelve la dinámica de crisis, pánico, problemas de liquidez, de capital insuficiente de los bancos europeos, etc. La repetida reticencia de los funcionarios alemanes por ponerse a cargo de encontrar la solución hizo que el resto del mundo tuviese que preocuparse por rescatar al euro.

Acciones coordinadas de los bancos centrales pueden provocar shocks positivos en los mercados, resetear expectativas, pero no son la solución a los problemas de Europa, por lo cual esto sólo puede durar por un par de semanas, no más. Ahora les toca el turno a los funcionarios europeos de mostrar que entienden lo que tienen que hacer y que están dispuestos a borrar la mala imagen que generaron con sus intentos fallidos anteriores. El escenario más probable es una serie de pasos en pos de: reformas institucionales que van a otorgarle mayor solidez fiscal al euro (tiene que presentarse algunos cambios en los tratados, para luego ser votados); algunos países van a tener que renunciar a su flexibilidad fiscal ante la Unión Europea (con reglas creíbles y métodos para hacerlas cumplir, para evitar violaciones como los de Francia y Alemania del primer Acuerdo de Maastricht); reformas fiscales y estructurales (especialmente en Italia, para minimizar la probabilidad de llegar a la insolvencia por una mayor tasa de crecimiento y menor tasa de interés); y, un respaldo de liquidez creíble y suficiente para las naciones y bancos. Ninguno de todos los cambios mencionados son fáciles, y todos pueden ser afectados por problemas de coordinación y riesgos políticos. En síntesis, se necesita liquidez en el corto plazo, reformas pro-crecimiento en el mediano plazo.

El debate sobre el quiebre del euro surge a raiz de la necesidad de generar planes de contingencia, en lugar de de responder a la existencia de esfuerzos reales por politicos de la eurozona por romper su unidad monetaria. Los políticos europeos, al menos en los países centrales (Alemania, Francia, España e Italia) no están pensando cómo se va a romper el euro, sino en cómo salvarlo. Esto aun posiblemente podría significar la expulsión de países claramente insolventes (preferentemente algunos pequeños), pero sin duda requiere que por lo menos los 4 países centrales se queden. Como algunos han esbozado, un escenario en donde algunos países pequeños insolventes y no competitivos se vayan del euro lo terminaría fortaleciendo. Pero un escenario en donde Alemania por ejemplo se vaya del euro resultaría en una crisis muy severa, sin siquiera empezar a pensar en las complicaciones legales y políticas.

Intentar pronosticar los escenarios de ruptura del euro es como intentar pronosticar todos los resultados de todos los partidos del mundial con varios meses de anticipación; algo casi imposible. Si los países más pobres salen del euro, depende de cómo lo hagan, cada uno podría lucir como Argentina en 2002, pero aquí el impacto sobre bancos de países centrales como Alemania y Francia es claramente diferente. La incógnita se presenta en pronosticar dónde se va a producir la devaluación, en términos de las hojas de los balances (donde se generan las asimetrías). Por otro lado, si países ricos (especialmente Alemania) se van del euro, este último o bien se deprecia y los países que todavía lo adopten como moneda se quedan con una moneda sumamente débil, o hace implosión y cada país vuelve a tener independencia sobre su política monetaria. Ambos escenarios podrían tener efectos similares, pues en ambos el resultado es la destrucción de valor de activos asociados a los países más pobres, que están en los balances de los bancos y entidades de los países centrales, así como la disrupción en el comercio y los mercados como consecuencia de la ruptura. Los políticos y banqueros europeos tienen que entender esto. La conducta de los mercados y el debate internacional durante las últimas semanas han puesto este escenario en primera plana, y justamente por ello creemos que los políticos europeos van a tomar medidas en la dirección de las medidas tomadas hace un mes, esperemos que en magnitudes y con los detalles necesarios. Todo esto quiere decir que es muy probable que estemos frente a una muy grande inyección de liquidez para respaldar a las naciones y bancos (por parte del BCE, FMI y países ricos de la UE). Muy probablemente la tardía reacción del BCE (dada la falta de apoyo por parte de Alemania) se debió a intentar no afectar los incentivos para las reformas en Italia et al. Pero estos juegos y especulaciones tienen un límite, y parece que estamos muy cerca de su final. En las próximas 2-3 semanas deberíamos recibir medidas y acciones claras que ojalá terminen con este agónico y doloroso proceso que lleva ya 2 años.

En conclusión, la probabilidad de una ruptura o disolución del euro ha aumentado de casi nada a una cantidad no despreciable. Sigue siendo un evento con baja probabilidad, pero requiere de análisis y evaluación de sus potenciales consecuencias. La medida tomada por los bancos centrales hoy puede resetear las expectativas y darle calma y tranquilidad a los mercados por 2-3 semanas, pero Europa necesita mostrar y convencer al mundo que está dispuesta a hacer lo que sea necesario. La recesión en Europa es ya un dato, pero al menos no van a esparcir todavía más la crisis al resto del mundo.

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